Cuando aún hay niños en casa, queremos darles todo el amor del mundo y hacer que se sientan muy especiales, pero al mismo tiempo, podemos sentir frustración o enojo por el comportamiento de los pequeños. La infancia es la mejor etapa para educar a los niños, aunque a veces sea difícil. Establecer límites, es muy necesario ya que están en una edad en la que están aprendiendo de todo lo que los rodea, y esto les ayudará a evitar problemas mayores en el futuro. El respeto, la honestidad y el valor de las palabras ‘no’ y ‘si’, debe enseñarse justamente en esta etapa.
Hoy en día muchos padres se preguntan si realmente es bueno poner límites a los niños, y la respuesta es que sí lo es. Es tan importante que de no ser por eso, se hacen presentes los malos comportamientos dentro y fuera de casa. Además, con establecer normas no significa que se deba amenzarlos y mucho menos maltratarlos verbal o físicamente. Es necesario que siempre haya una buena comunicación de padres a hijos y no dejar que el tiempo pase o asumir que el niño cambiará su carácter a medida que va creciendo.
Aquí te dejamos algunas recomendaciones que te pueden servir en la educación de tu pequeño:
- Los padres son la autoridad del hogar, por lo cual siempre deben ser coherentes y respetar las normas que están estableciendo a los niños. Por ejemplo, si dicen que en casa no puede ver televisión o usar algún dispositvo móvil en ciertos horarios, asegurese de que se cumpla. Si no respetan las normas ni las consecuencias establecidas, los pequeños tampoco lo harán. No hay que olvidar que los niños aprenden observando a los adultos, sobre todo a sus padres. Por lo tanto, debemos asegurarnos de que nuestro propio comportamiento sea un buen modelo. Si le pedimos a nuestros hijos que recojan sus juguetes, será mucho más convincente que nosotros empecemos a recoger o limpiar nuestras cosas.
- Los niños de 1 a 3 años son curiosos por naturaleza, y es por eso que debemos tener precaución con los objetos que tengamos a su alrededor. Mantener los televisores, teléfonos y cualquier otro equipo electrónico fuera de su alcance. De la misma manera retirar cualquier objeto que se podría llevar a la boca como joyas, botones y otros objetos pequeños. Los medicamentos o productos de limpieza deben estar bien guardados en lugares donde los niños no puedan llegar.
- Si tu pequeño se dirige hacia algún objeto o lugar que pueda ser peligroso o no apto para jugar, dile con tranquilidad «No», y lleva al niño a otro lugar y distraelo con otra actividad.
- Si necesitas ser un poco más duro con tu hijo porque se pone a golpear, gritar, morder o tirar comida al suelo, debes hablarle fuerte y con seriedad. Llévalo a otro lugar más tranquilo y seguro, en donde no haya ningún tipo de distracción. Debes explicarle que aquel comportamiento es inaceptable y puedes aplicar la ‘pausa obligada’.
- La mejor manera para abordar las rabietas consiste en evitarlas, siempre que sea posible. Intenta establecer el hábito de identificar los momentos en el que tu hijo se porta bien, y recompensalo por su buen comportamiento. También puedes permitir que el pequeño lleve el control en ciertas cosas pequeñas, como elegir algún postre, bebida o frutas para la familia, ya que esto puede satisfacer su necesidad de independencia y prevenir posibles rabietas.
- Es importante tener claro que las rabietas ocurren cuando los niños se encuentran frustados por algún motivo en especifico, y si sabes que el pequeño está cansado o no se encuentran bien del todo, evita realizar algún tipo de actividad para que el pequeño pueda estar tranquilo.
- Si el niño estalla y tiene una rabieta, debes mantener la calma. No hay que exaltarnos y mucho menos gritarle. Los niños notan cuando los padres están preocupados o a punto de colapsar y eso puede aumentar aún más su propia frustración. Intenta entender lo que ocurre con tu hijo, porque realmente puede que necesite de un consuelo o un abrazo tuyo.
- También recuerda que los niños siempre buscarán y necesitarán la atención de sus padres, y una forma fácil de obtenerla es portándose mal. Una de las mejores formas de evitar este tipo de conductas es ignorarlas. Continúa con tus actividades, sin prestar ninguna atención a la rabieta de tu hijo, pero manteniéndolo siempre al alcance de tu vista. Cuando entienda que el hecho de portarse mal no sirve para captar tu atención, su comportamiento empezará a mejorar.
- En ciertos casos, a los niños les cuesta mucho detener las rabietas. Por lo que se recomienda tranquilizarlos diciéndole que se lo ayudará para que se pueda calmar, pero por ningún motivo se debe recompensarlo cediendo con lo que pida. Este acto solo demostraría que las rabietas son una forma eficaz que obtener lo que él quiere. Recuerda que estamos enseñandole a nuestros hijos que la mejor forma de obtener elógios y o recibir lo que él quiere, es portándose bien.
Hay que tener en cuenta que mientras crecen, van madurando y mejorando su capacidad para expresarse a través del lenguaje verbal. Empiezan a sobrellevar mejor la frustración, y las rabietas desaparecen. Lo que se le haya enseñado en casa, le servirá para toda su vida y para saber manejar su carácter. Si aún tienes dificultades con el comportamiento o tienes alguna duda sobre el carácter de tus hijos, te invitamos a que te comuniques con un profesional de confianza para que pueda aconsejar a ambos y solucionar el problema.